Traía una rosa roja para mí. Quería que
recordara el momento en el que nos habíamos conocido.
Me dijo
que aquella flor se mantendría bien unos pocos dias, pero que moriría, tarde o temprano moriría... que si quería otra,
solo él podría regalármela. Estaba obligada a buscarlo, si quería otra igual.
Y cuando
tuve esa rosa roja en la mano, entendí que algo dentro de mí ocurría, que nada
volvería a ser igual, que la semilla estaba mal plantada y que solo hacia falta
regarla, con agua, con amor... y que estaba obligada a buscar, a buscar otras
rosas rojas, con él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario