Siempre me he considerado una persona optimista, de las que lucha contra ese "a veces" desde que se levanta hasta que se acuesta, una defensora incondicional del instante que tenemos delante, de la necesidad de hacerlo diferente, y olvidar todas esas cosas que estás perdiendo por estar haciendo algo. Hay que ser consecuentes, porque cada vez que elegimos algo, estamos renunciando a miles de cosas más, cuando elegimos algo perdemos el derecho a pensar en ese "y si". Porque en realidad, ese "y si" para nosotros ya no debería tener sentido, porque no va a ocurrir.
Lo que quiero decir, es que muchas veces, si no desperdiciáramos nuestro tiempo pensando en que habría podido ser, disfrutaríamos el doble, incluso el triple, de nuestras elecciones, del momento presente, de lo que nos ocurre aquí y ahora. Por ejemplo yo ahora mismo, tumbada en la cama mientras escribo estas palabras, me siento única. Este momento es único, no va a volver a repetirse. Incluso si a partir de hoy, todos los días de mi vida a esta misma hora intentara hacer lo mismo que estoy haciendo, jamás volvería a vivir este momento. Los momentos son irrepetibles, irreemplazables. Como cuando has pasado una época difícil, e intentas vivir nuevas experiencias para olvidar lo mal que lo has pasado. ¿De verdad creéis que podéis suprimir este momento? ¿Es posible sustituirlo? No, no lo es. En todo caso superarlo.
A veces, las cosas no suceden como nos gustaría. Pero eso no quiere decir que lo que nos esta sucediendo en este justo segundo, sea lo mejor que nos ha podido pasar nunca.
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