sometimes, somewhere, it could happen.24




jueves, 12 de septiembre de 2013

y reírnos, y morirnos de placer

¿Alguna vez os habéis levantado con ganas de salir a la calle, esquivar todos los coches que se te crucen, y correr hasta el rascacielos más alto de toda tu ciudad? ¿No habéis sentido la necesidad de salir de la cama y subir al último piso de vuestro edificio? Y llegar allí arriba, asomarte, y saber que depende de ti caer, que a partir de tus decisiones puedes poner tu vida patas arriba. Pues a mi me ha pasado justo eso esta mañana.
Nada más salir de la cama, sin apenas haber abierto los ojos, el agua fría ha conseguido despertarme; y al llegar a clase, abrir el cuaderno, y esperar atentamente a que empezara la clase, es cuando he sentido esa necesidad. Caer al vacío. Justo como el agua se desliza por el nacimiento de un río, hasta llegar a lo más hondo, a lo más profundo.
Mi profesora de derecho romano explicando, y yo a punto de caer de un octavo piso, ¿que situación no? 
Y es entonces, cuando te encuentras en el bordillo, cuando estas a punto de lanzarte, como si quisieras imitar a un pájaro sabiendo perfectamente que no tienes ni una pluma, ahí es cuando te preguntas porqué. ¿que me ha hecho llegar hasta aquí? ¿y porque me divierte tener un pie fuera del bordillo, revoloteando, amenazando con arrastrar al otro a la nada? Preguntas y preguntas, pero la única respuesta que obtienes es que Rómulo y Remo fundaron Roma en el 754 a.C (o eso dice mi profesora). Una respuesta de la que ni siquiera podemos estar totalmente seguros, porque vamos a ver, hace mas de 2000 años de eso!!!
Pero sin rendirme, he seguido en búsqueda de mi respuesta, la respuesta a la pregunta del millón: ¿que mierdas me pasa?. 
No he discutido con nadie, no he entrado en ningún debate, es más, hoy comemos mi comida favorita, pero sin embargo sigo teniendo ganas de empujar mi cuerpo al vacío.
Algunos dirían que estoy loca o otros simplemente que necesito ayuda psicológica, pero yo creo que el problema es mucho más fácil de localizar.
¿Realmente quiero estar aquí? No, hoy no. Me acuerdo que el día que me matriculé tenia una sonrisa de oreja a oreja, pero hoy no. Y mirando a mi alrededor, me he dado cuenta de que a la gente le faltaba algo, a todos les falta algo (y no, no me los estaba imaginando desnudos). Les faltaba algo que no tenia nada que ver con la ropa, les faltaba la sonrisa. Y entonces he caído en la cuenta, ¿sabéis lo poco que me he reído desde que empezaron las clases?
No me he reído casi nada, es más, he estado muchísimo más seria de lo normal. ¿Entonces esta sensación tan rara era eso no? Me han robado la sonrisa. Es como si al matricularnos hubiéramos firmado una serie de pacto, prohibido reír, ¿o acaso habéis visto a algún juez echándose a reír mientras dictamina sentencia? No nos dejan reírnos. ¿Pero nos hemos vuelto locos? ¿Como no voy a reírme, si normalmente lo hago una media de tres veces por minuto?
Acabo de darme cuenta que no quiero tirarme, no quiero saltar, lo que quiero es reírme, reír a carcajada limpia, reír tanto que la profesora se gire y pida silencio, reír hasta que el vicerrector acuda a nuestro aula, reír hasta que uno de los concejales del ayuntamiento me escuche y no de crédito, reír tanto que hasta el amargado de la librería se contagie de mi risa.
Esta muy bien eso de ser serio, a veces es necesario, pero... ¿que seria de nosotros si nos nos riéramos nunca?

No hay comentarios:

Publicar un comentario